A la primera camada de egresados, Oakhill Pilar, 2014

Queridos chicos y chicas de secundaria, queridos profesores y equipo de formadores, queridas familias, querido equipo directivo del colegio Oakhill

Hace unos meses un sabio sacerdote amigo mío y amigo de muchos de ustedes, me puso una imagen de cómo es un colegio. Me dijo que es como una pirámide. En una pirámide normal, la base sostiene los niveles superiores, y en la cúspide están los jefes.

Pero el colegio es un una pirámide invertida. Un colegio es, o debe ser, una pirámide invertida. Arriba, en la parte superior y como razón de ser de todo, están los chicos, los alumnos; ellos son los que mandan, los destinatarios y beneficiarios de todos los esfuerzos y acciones. Ellos son la razón de ser de todo en el colegio. Para ellos, para ustedes, es todo en el colegio. Todos los demás estamos al servicio de ustedes.

Y ¿en qué les ayudamos, cómo les servimos? Les ayudamos a crecer, a desarrollarse, a llegar a ser hombres y mujeres felices, plenos, que desarrollan todas esas potencialidades, esos talentos que Dios ha puesto en ustedes, y que tienen escondidos, a veces muy escondidos.

Nuestra misión como colegio, como comunidad formativa cristiana, es darles a ustedes las herramientas, los instrumentos, los ladrillos, para que ustedes mismos se formen, se construyan. Porque nadie puede hacer por ustedes mismos lo que ustedes no quieran hacer.

Y ¿cómo les ayudamos? Enseñándoles, formándoles. Ya sabemos todos que el colegio Oakhill concebimos la formación como integral e integradora. Aquí queremos enseñar muchas cosas: matemáticas, inglés, historia, física, lengua, deportes, expresión, compañerismo, amistad con Jesús, honestidad, deportividad, alegría, catequesis, humildad, espíritu de superación, generosidad… ¡Cuántas materias…! ¿De todo eso hay clases? ¿De todo eso hablan los boletines de notas? Hay materias que tienen un nombre y un espacio curricular, unas horas asignadas de clase; y otras que se enseñan… ¿cómo? Con en contacto personal con los formadores y entre ustedes: en las aulas, en los patios, en la capilla, en el campo de deportes, en el diálogo con los prefectos y psicólogos, con los sacerdotes y las consagradas. Aprendemos viendo e interactuando con los demás: en la formación izando las banderas, en el entrenamiento deportivo, en el recreo, en el estudio serio y esforzado, en la participación social, en las misiones, en el compartir el almuerzo. Siempre estamos aprendiendo, formándonos. Aprendemos educación, respeto, dominio de nosotros mismos, etc. Aprendemos a ser personas, a ser buenas personas, no solo aprendemos técnicas para ser matemáticos, ingenieros, arquitectos, periodistas o maestros.

En el día de hoy merecen una mención especial, muy especial, los chicos y chicas de 6°, nuestra primera camada, o como dijo alguno “nuestros conejillos de Indias” en los que hemos practicado todos los experimentos, pero también los que han recibido y experimentado todo nuestro cariño, nuestra mirada más atenta y cuidadosa. Muchos de ustedes son también primeros hijos, hermanos mayores, y han “sufrido” los privilegios y las obligaciones de ser los mayores, de ser los primeros. Ustedes han marcado nuestra historia, ustedes son los primeros en salir con el escudo Oakhill en su frente y en su corazón (ya no en el uniforme, que ya pueden dejar de usar ¡por fin!). Pero bueno, ustedes tendrán mañana su acto de cierre especial, así que demos el protagonismo hoy a los demás.

En nombre del Movimiento Regnum Christi y de los Legionarios de Cristo, quiero expresar mi gratitud a todos ustedes, chicos y chicas, y a las familias por este año. Y sobre todo gratitud a todo el equipo de formadores y profesores, que durante este año han puesto todo lo mejor de sí mismos para hacer esta comunidad formativa cristiana.

Quiero recordar especialmente a Juan Manuel Ferreirós, que aunque no estará con nosotros el próximo curso, ha realizado un gran trabajo y se entregó a su misión de formador con todo su ser.

En este 2014 nos propusimos como virtud del año el Amor incondicional, y hemos tratado de ir trabajando en ella. De aquí han nacido nuestros esfuerzos, nuestro servicio a ustedes. Somos conscientes de que como humanos que somos hemos cometido errores. Les pedimos perdón por todos ellos, pero tengan la seguridad de que dentro de nuestras limitaciones hemos tratado de hacer lo mejor posible. Creemos que el trabajo de este año ha sido bastante bueno; el resultado son ustedes, de quienes nos sentimos profundamente orgullosos, por su superación, su esfuerzo. Chicos y chicas, sepan que los queremos con toda el alma. Gracias.

 

 

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